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AdVersuS, Año IV,- Nº 8-9, abril-agosto 2007
ISSN: 1669-7588
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Intelectuales: Nación, Religión y Política
TURQUÍA ENTRE LA XENOFOBIA Y EL NEGACIONISMO

Garabed Arakelianl

 

 

Es cierto que en toda la Unión Europea hay un aumento de las expresiones xenófobas con niveles de organización social y política que encuentra respaldo en un número creciente de votos. En esos países de la UE los ciudadanos turcos son víctimas de la xenofobia. Lo son por ser musulmanes, por tener una tez generalmente más oscura, o simplemente por ser turcos, por tener otro idioma, otras costumbres y otra cultura. En fin, por ser distintos.

musulmanesLo increíble es que, siendo víctima de la xenofobia fuera de Turquía, dentro de sus fronteras ella ande suelta y con viento a favor. Es una de las tantas contradicciones de ese país.

En general la xenofobia responde a estrategias políticas de las clases dirigentes y se explica a nivel popular con la exaltación satánica del otro. El otro es el que nos explota, el que se queda con nuestro dinero, el que nos saca los puestos de trabajo, el que se aprovecha de lo que nuestra patria le ofrece.

Pero esto no es nuevo en Turquía, sus antecedentes se remontan a los tiempos del imperio otomano, en el que todos los integrantes de las minorías étnicas que componían dicho imperio eran ciudadanos de cuarta, maltratados, despreciados, perseguidos, saqueados y jurídicamente inferiores a los súbditos otomanos y musulmanes. Judíos, griegos, armenios, asirios y otras minorías, eran tratadas así.

El panislamismo, el otomanismo, el panturquismo y el panturanismo fueron, a lo largo de los siglos de existencia del Imperio y de la actual República, construcciones ideológicas que explicaban la superioridad de los musulmanes sobre los cristianos, la de los musulmanes turcos sobre otros musulmanes y la de los turcos por encima de toda otra etnia, incluso dentro del grupo turanio.

La creación y mantenimiento de estas teorías eran y son, obra de los ideólogos que responden a las clases dominantes, entre las cuales se destacó siempre por su número y conciencia de su poder corporativo, el sector militar. El poderío del Imperio otomano era militar y fueron los militares quienes construyeron la actual república, que no sólo tuvo largos períodos de gobierno militar, sino que hasta ahora mantienen mucha, demasiada, ingerencia en los asunto de estado.

Estos esquemas vienen siempre acompañados de una contrapartida: el resto del mundo se confabula contra Turquía. Por celos, envidia o temor, todos los demás quieren perjudicar a Turquía y por eso se debe estar atento y no permitir que se ofenda a la identidad turca. Por encima de sus intereses contrapuestos la sociedad turca se une en defensa de estos postulados que la mayoría cree y acepta, pues se educa en ellos y no tiene ocasión de poner en duda y si lo hace es castigado.

El asesinato del periodista armenio-turco Hrant Dink ha provocado un inesperado efecto de tsunami en el orden social y político. El primer ministro Erdogan, realizó declaraciones públicas apenas se supo del crimen y acusó del mismo a la mano negra que actúa contra Turquía. No explicó cual podía ser la causa, pero se preocupó de subrayar que el hecho era contra Turquía. Y nadie, ni siquiera la oposición política le pidió aclarara que es esa mano negra. Y es que no hace falta, porque es un valor asumido por toda la sociedad turca. Se sobreentiende que son los otros, los que atentan contra la identidad turca. El periodista armenio se había atrevido a criticar algunos de los ritos racistas que se practican en la Turquía republicana, había reivindicado su condición de armenio nacido en Turquía y como ciudadano natural turco reclamaba que su país revisara los hechos históricos que son negados oficialmente en torno al genocidio cometido contra los armenios. Tenía varios juicios en curso planteados de oficio al amparo del art. 301 del Código Penal.

Los extremistas que practican la xenofobia, suelen tener poca paciencia y no confían demasiado en las propias leyes que respaldan sus posiciones. No soportan argumentaciones de defensa o descargos explicativos. No corren el riesgo de revisar sus posiciones y actúan. Lo sabía bien el Ministerio del Interior que tenía información clara de que se iba a cometer el crimen y dejó que se concretara. Hoy, ante la evidencia abrumadora, varios jerarcas de dicho ministerio están separados del cargo.

Pero la señal más contundente de que se sabía, es la seguridad que manifestó el primer ministro Erdogan al afirmar que el asesino iba a caer, cuando el cuerpo de Hrant Dink estaba aún tirado el calle. Efectivamente, treinta horas después el asesino estaba detenido. Pero a casi treinta días de apresado aún no se le ha iniciado juicio. Los oficiales que lo guardan se sacan fotos con él, que aparece con la bandera turca en sus manos y la efigie de Kemal detrás. Además de las fotos están los videos que llegan hasta todos los medios de comunicación y salen al exterior. No hay condena, hay protección, y se ensalza su crimen elevándolo a la categoría de líder heroico que lavó las ofensas cometidas por Gueavur Dink contra la patria (es una expresión despectiva, equivalente a cerdo, que históricamente se aplica a quien no es turco musulmán y está vigente hasta hoy día. Ha pasado a ser particularmente identificatoria, con ese tono, para con los armenios).

Cuando el entierro del periodista, los carteles decían Todos somos armenios-Todos somos Hrant Dink , manifestando así que toda la sociedad turca sentía el crimen como suyo.

La respuesta xenófoba no se hizo esperar: desde dirigentes políticos y sociales que intencionalmente recurrieron al esquema reductor: yo no soy hrant, soy mustafá, yo soy turco, no soy armenio, alimentando así los ánimos más exaltados, hasta en el interior de la Anatolia, en las zonas próximas al lugar de nacimiento del periodista, en donde las barras bravas invadieron una cancha de fútbol con buzos que decían todos somos turcos, nadie es armenio o más sincero y categórico con el nombre del criminal.

Ahora el asunto se está centrando en la figura de este menor asesino, mientras no se sabe qué pasa (seguramente nada) con quien está imputado como autor intelectual e incitante del crimen. Este sujeto sigue profiriendo amenazas contra la familia del periodista, contra quienes lo van a suplantar en la conducción de su semanario, contra el patriarca armenio de la comunidad armenia de Estambul y del escritor turco, Orhan Pamuk.

Pamuk es el primer y único premio Nobel que tiene Turquía y él debe huir de su país porque es amenazado de muerte. ¿Cuál es su culpa? Ser amigo del periodista asesinado, haber condenado el hecho, denunciar también la existencia del genocidio armenio y las matanzas cometidas contra los kurdos, tener juicios por atentar contra la identidad turca.

Dink con sus huesos se queda en tierra turca, que es la tierra de sus antepasados, los armenios, yo no tengo los ojos puestos sobre ésta tierra, sino debajo de ella, declaró en uno de los juicios. Luego de muerto, según se supo, el juicio continuará, pues el juzgado no ha recibido notificación. En junio próximo se abrirá ese otro capítulo, sin duda para profundizar el escarnio y justificar el crimen.

Por otro lado Pamuk toma el camino del exilio, deja su tierra donde no puede disfrutar de la felicidad de su premio Nobel, y lo hace por largo tiempo, como explicó.

Esa es la xenofobia común y corriente, que campea en Turquía, donde los partidos de izquierda o progresistas están acosados, el movimiento sindical prácticamente no existe y quienes se animan a propulsar cualquier a organización progresista son candidatos a la cárcel.

El negacionismo es, en su acepción más simple, una actitud  que pretende ignorar y negar la existencia de hechos cuya evidencia no posibilitaría, dentro de términos lógicos, ser negados. Lo osado de esta teoría es que lo hace.

Así, se puede negar la existencia del imperio romano, la primera guerra mundial. el genocidio cometido contra los judíos y el otro anterior, el que se cometió contra los armenios. Todas son posibles y ninguna es ingenua.

El estado turco ha recorrido un camino sinuoso con el tema del genocidio armenio. Primero miró hacia el costado, se hizo el desentendido, nadie le pedía cuentas de manera imperiosa, ni siquiera las víctimas que a duras penas juntaban sus huesos para erguirse. Luego elaboró algunas respuestas llenas de soberbia en las que decía simplemente: eso es mentira, eso nunca existió. Ahora, acuciado por la opinión internacional y su interés en ser aceptado por la UE, se maquilla de apuro y estira los pliegues de su ropa, para disimular las imperfecciones. Su teoría va desde proponer la creación de una comisión que estudie los hechos para ver si existieron, hasta aceptar que sí, existieron pero que en verdad fueron producto de enfrentamientos en los que la parte turca fue la que sufrió el genocidio.

Moviéndose pues, entre estas ambigüedades, el estado turco intenta minimizar el hecho, revertir la carga de la prueba y, esto es quizás lo fundamental, mantener la estructura de la explicación histórica y cultural que sus ideólogos han elaborado para un pueblo, según ellos, privilegiado por Alá, con una tierra predestinada en la que estuvieron desde siempre y sobre la cual elaboraron una de las culturas mas grandes y soberbias de la civilización humana. Eso sí, como siempre, asediados por las fuerzas del mal, que intentan eliminarla.

Por eso la incitación a unirse contra el ataque de afuera, no permitir que en su seno crezca otra expresión que la oficialmente autorizada. Todo intento, en ese sentido, es calificado de traición.

Pero el tsunami que ha provocado el asesinato de Dink y el exilio de Pamuk ha sido, realmente un inesperado corrimiento de las placas tectónicas de la sociedad turca.

Las contradicciones entre un país que debe modernizarse y aceptar sus responsabilidades históricas pero que mantiene estructuras jurídicas en el marco de una cultura que acepta y practica la xenofobia y el negacionismo, no es ya un problema difícil para la UE sino para la humanidad entera. Hay que ayudar a Turquía a que salga de esa contradicción enfermiza.