HOME

Propuesta editorial
Staff
Pautas de Publicación
Contáctenos

NÚMERO ACTUAL

Sumario
Presentación
Artículos
Dossier
Reseñas
N° completo (pdf)

CATÁLOGO

Novedades
Enlaces
Números anteriores
Índice de autores

INVESTIGACIONES

 

1
1
........
Nota
AdVersuS, Año II,- Nº 3, agosto 2005
ISSN: 1669-7588
1

CONCIENCIA Y COMUNICACIÓN

 

 

Un proverbio italiano dice "muerto un Papa, otro ocupará su lugar".

Significa que la vida continúa y que hay remedio para todo. Pero esta vez no es aplicable porque la figura de este Papa ha sido tan "mundial" que ha oscurecido a todos sus predecesores, no solamente por su evidente grandeza como Pontífice de la Iglesia Católica Romana. El cuarto de siglo de su reinado ha coincidido con la irrupción de la televisión en la política mundial. La TV existía desde antes, pero precisamente en este período el tubo catódico ha irrumpido como escenario de la vida colectiva, como centro de la política, como dominador de la imaginación colectiva.

Juan Pablo II ha sido el principal beneficiario de esa irrupción. Su figura se ha convertido en la imagen televisiva por excelencia, la que relegaba en un cono de sombra a todas las demás. Sus casi 200 viajes internacionales multiplicaron el efecto del "hombre de blanco", sus encuentros con jefes de estado de todo el planeta hicieron que todas las televisiones, de las más diversas naciones y políticas, se vieran obligadas a reproducir su figura. Un "efecto reflejo" multiplicado al infinito.

En estos años sólo las imágenes de guerra han competido con la de este Papa trotamundos, dispuesto a exhibir su sufrimiento, a hacer visible su "martirio" y a transformarlo en catequismo, en enseñanza, en admonición.

Así fue hasta el final, hasta aquella imagen inolvidable en que él trata, desde la ventana de plaza San Pedro, de hablar, de comunicar con su propia voz y, no lográndolo, manifiesta su impaciencia, su rabia, con un gesto imperioso de disgusto, golpeando un atril con su mano enferma. En los días de su agonía y en los que siguieron a su muerte, algunos supusieron que operaba detrás del Papa una sapiente conducción capaz de utilizar el medio televisivo para potenciar la capacidad de su magisterio misionero y de la personalísima potencia comunicativa de Karol Wojtila.

Yo creo que no haya habido un conductor mejor que el Papa en persona y que precisamente él intuyó la potencia del principal medio de comunicación. Digo intuir en el sentido de que sabía utilizarlo instintivamente, como un consumado actor. Al mismo tiempo, captaba la dimensión del cambio de significado del mensaje del que era actor partícipe y consciente. Juan Pablo II había comprendido que en el mundo televisivo no era posible concebir el catequismo como un hecho interpersonal, directo, sin mediación. Y ya que todo pasa por la mediación de los medios, probablemente pensaba que nada debe quedar al margen de ellos. Que esto Karol Wojtila lo sabía, lo demuestran sus siempre agudísimas reflexiones sobre la televisión. Era un "popperiano" en el sentido de que, como Karl Popper, consideraba peligrosa a la televisión: para la mente de los espectadores, para la educación de los niños, pero inevitable y por lo tanto utilizable.

Nunca dijo que no se debe mirar la televisión (hubiera estado en contradicción con sí mismo). Pero alertó frecuentemente contra la manipulación de que la podemos ser objetos, así como fustigó duramente por la irresponsabilidad demostrada por numerosos profesionales de la información y la comunicación. Libertad y pluralismo y búsqueda de la libertad, fueron sus más asiduas exhortaciones, siempre acompañadas de la necesidad de un control social.

Hay otra prueba de que este Papa había elaborado un pensamiento propio en materia televisiva. Más de una vez y en contextos diversos Juan Pablo II introdujo reflexiones agudas y modernísimas en relación al homo videns, al hombre vidente. Cuando escribió que "las imágenes se sedimentan" se refería justamente a las imágenes televisivas. La observación contradice -de allí su importancia- la opinión corriente sobre la transitoriedad de la imagen. No, el Papa había comprendido cabalmente algo que muchos estudiosos de la comunicación todavía no han comprendido: las imágenes tienen un efecto acumulativo y cuando se repiten numerosas veces, entran en el inconsciente o apenas por debajo del estrato superior de la conciencia.

Por cierto que esto lo han comprendido los publicitarios que las utilizan, fijas o en movimiento, con abundancia de trucos y recursos. Pero me sorprendió el grado de comprensión del Papa sobre cómo potentes acumulaciones de imágenes negativas, equívocas y contaminadoras de la mente humana, pueden transmitir ideas y sedimentar conceptos mucho más eficazmente que cualquier otro canal de comunicación.

Al materialismo consumista y la ideología capitalista, vencedores del gran combate contra el comunismo, los veía permeados por estos mensajes, como que eran los inventores de este tipo de comunicación deformante y brutal. En comparación, el adoctrinamiento ateísta comunista, le habrá parecido elemental. Su carácter pedagógico explícito lo hacía mucho menos peligroso, casi inofensivo, que la refinada gama de los sistemas de manipulación indirecta, en los cuales las ideas pasan a través de canales completamente diversos de los pedagógicos, como las diversiones y la publicidad, aparentando carecer de contenido y no pretender inculcar idea alguna. Juan Pablo II había entendido que este ateísmo materialista era una amenaza mucho mayor que la del comunismo por denigrar, desde su punto de vista, la humanidad del género humano.

Periodista y parlamentario europeo